Prehabilitación: Cómo Preparar tu Cuerpo Antes de una Cirugía Oncológica
En el artículo de hoy veremos cómo determinar los tiempos y la duración óptimos, la selección adecuada de ejercicios y la intensidad correcta de la carga.
Introducción: Rehabilitación en Cirugía Torácica para Pacientes Oncológicos
La cirugía es uno de los pilares fundamentales en el tratamiento de pacientes con neoplasias malignas, tanto primarias como recurrentes, que afectan la cavidad torácica o abdominal. Sin embargo, las intervenciones quirúrgicas extensas en estas regiones suelen ir acompañadas de una serie de efectos adversos, como pérdida de sangre, hipoxia, inflamación, alteraciones en la coagulación sanguínea, y trastornos emocionales y cognitivos.
En pacientes oncológicos debilitados, estos factores incrementan el riesgo de complicaciones graves, comprometiendo los resultados del tratamiento y la calidad de vida.
En este contexto, la prehabilitación multimodal surge como una estrategia eficaz para reducir la incidencia y gravedad de las complicaciones posoperatorias. Este enfoque integral combina ejercicio físico, fisioterapia, apoyo nutricional y psicológico, abandono del tabaquismo y farmacoterapia, preparando al paciente de manera óptima para el impacto físico y emocional de la cirugía.
No obstante, persisten desafíos importantes en la implementación de programas de prerrrehabilitación. Entre ellos destacan la determinación de los tiempos y la duración óptimos, la selección de los ejercicios más adecuados y la dosificación precisa de la carga física según las necesidades individuales de cada paciente.
En este artículo, voy a ofrecerte una revisión actualizada sobre el estrés quirúrgico asociado a procedimientos en la cavidad torácica, su influencia en el curso del proceso oncológico, y las mejores prácticas en la prehabilitación basada en los mecanismos patogénicos del estrés y las particularidades de cada paciente. Además, analizo diferentes tipos de ejercicios físicos, sus efectos sobre el proceso patológico y las claves para ajustar su intensidad en las etapas de preparación prequirúrgica.
¿Preparado? Vamos allá.
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¡Hola! Por si eres nuevo por aquí, me llamo Daniel Lucena y soy especialista en ejercicio y cáncer.
Decidí crear este blog para apoyar a personas como tú en la comprensión de cómo el ejercicio físico puede transformar cada etapa del tratamiento oncológico. Aquí encontrarás información respaldada por evidencia científica, presentada de manera clara y práctica, para que puedas incorporar el ejercicio a tu vida con confianza y una base sólida de conocimiento.
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Cuando hablamos de pacientes oncológicos que deben someterse a una intervención quirúrgica, nos enfrentamos a un "torbellino perfecto": el estrés quirúrgico combinado con el cáncer puede afectar gravemente tanto el bienestar físico como el emocional del paciente, complicando aún más el proceso de recuperación. Por ejemplo, el cáncer de pulmón, que representa una de las principales causas de muerte por cáncer, o los cánceres gastrointestinales, que agrupan tumores del colon, estómago y páncreas, son especialmente difíciles de tratar cuando se requiere cirugía extensa.
Las cirugías radicales para tratar cánceres en el tórax o abdomen son cruciales, pero los efectos secundarios pueden ser importantes. Entre ellos, la pérdida de sangre, problemas respiratorios, complicaciones en la coagulación, y alteraciones emocionales y cognitivas, que debilitan aún más el cuerpo de un paciente ya afectado por el cáncer. Las complicaciones pulmonares postoperatorias, por ejemplo, afectan hasta al 60% de los pacientes tras una cirugía abdominal extensa, reduciendo las probabilidades de supervivencia a corto plazo. (Primera pista de lo que puede tratar el ejercicio).
Cirugía Radical: Aquella que aporta la máxima probabilidad de curación de un cáncer no diseminado, porque extirpa completamente el tumor y todas las áreas de diseminación más probables (margen suficiente, grasa, vasos, fascias, serosas y ganglios que rodean al órgano afectado).
Aquí es donde entra en juego la prehabilitación, un enfoque que prepara al paciente física y mentalmente antes de la cirugía. Es como afinar el instrumento antes de un concierto importante: al mejorar la condición física, el apoyo nutricional y emocional, y el abandono de hábitos perjudiciales como el tabaco, se reduce el riesgo de complicaciones y se acelera la recuperación. La prerehabilitación no solo mejora la salud general, sino que también optimiza la capacidad del cuerpo para lidiar con el estrés quirúrgico.
Los protocolos de recuperación acelerada postquirúrgica (ERAS) se han demostrado efectivos en diversas cirugías, desde intervenciones en el pulmón hasta en órganos digestivos. Estos protocolos buscan, sobre todo, minimizar el tiempo de hospitalización, reducir las complicaciones y ayudar a los pacientes a recuperar su funcionalidad lo antes posible.
Sin embargo, aún quedan preguntas por responder: ¿Cuál es la duración óptima de la prerehabilitación? ¿Qué ejercicios son los más adecuados? ¿Cómo dosificar la carga física de manera segura y efectiva?
El impacto de la cirugía en el cuerpo de los pacientes con cáncer
Cada cirugía extensa implica un desafío considerable para el cuerpo del paciente, especialmente en los pacientes oncológicos. La European Surgical Association (ESA) clasifica estas cirugías por su complejidad y el riesgo que representan.
Se considera una cirugía extensa cuando dura más de 4 horas, la pérdida de sangre es mayor a 1000 ml, o se requieren varias transfusiones antes o después de la operación. Además, si la tasa de complicaciones en los 30 días postoperatorios es superior al 30%, y las complicaciones graves superan el 10%, la cirugía se considera de alto riesgo.
El estrés quirúrgico es como una tormenta interna que ocurre cuando el cuerpo se ve alterado por el daño de los tejidos, la anestesia o una posible infección. Esta "tormenta" activa el sistema nervioso simpático y provoca varios efectos secundarios: inflamación, problemas de circulación, alteraciones en el sistema de coagulación, y un sistema inmunológico debilitado. Este conjunto de efectos aumenta el riesgo de complicaciones, como infecciones, que a su vez agravan la situación.
El estrés quirúrgico también debilita el sistema inmunológico, lo que puede durar hasta dos semanas después de la operación. En este tiempo, las células del cuerpo que normalmente atacarían al tumor, como las células T citotóxicas, se ven reducidas, mientras que las células que favorecen la supervivencia del cáncer, como las MDSC, aumentan. Este desequilibrio hace que las células tumorales tengan más oportunidades de sobrevivir y multiplicarse.
Las MDSC (células supresoras mieloides derivadas de células madre, por sus siglas en inglés: Myeloid-Derived Suppressor Cells) son un tipo de células del sistema inmunológico que tienen la capacidad de suprimir la actividad del sistema inmune. En condiciones normales, el sistema inmune combate infecciones y enfermedades, incluyendo el cáncer. Sin embargo, en el contexto del cáncer, las MDSC ayudan a "apagar" o reducir la respuesta inmunitaria, lo que favorece el crecimiento y la propagación de las células tumorales.
En resumen, la cirugía no solo es una intervención para eliminar el tumor, sino también una tormenta interna contra los efectos del estrés quirúrgico. Prepararse físicamente para la cirugía puede ser como afilar un instrumento antes de un concierto: una forma de ayudar al cuerpo a enfrentar los retos de la operación y las complicaciones postoperatorias.
Prehabilitación en el periodo preoperatorio: objetivos clave
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