Fatiga a Largo Plazo y Alteraciones Cognitivas en Sobrevivientes de Cáncer
La recuperación cognitiva suele ser rápida, pero algunas pacientes enfrentan dificultades persistentes. Aprende sobre intervenciones efectivas.
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Soy Daniel Lucena, especialista en ejercicio y cáncer, y estoy aquí para mostrarte cómo el ejercicio puede convertirse en una herramienta poderosa para apoyar a quienes enfrentan un diagnóstico de cáncer.
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Antes de comenzar, quiero que sepas que, aunque en este artículo me enfoque en el cáncer de mama, los síntomas, efectos secundarios y las intervenciones efectivas para abordar la fatiga y las alteraciones cognitivas son relevantes para muchos otros tipos de cáncer.
Una breve introducción
Las sobrevivientes de cáncer de mama en etapas tempranas pueden experimentar efectos secundarios del tratamiento que persisten años después de finalizar la terapia. Entre los más comunes y debilitantes se encuentran la fatiga y las alteraciones cognitivas, que afectan la calidad de vida.
La fatiga relacionada con el cáncer es uno de los efectos a largo plazo más prevalentes y angustiantes. Aunque mejora tras el tratamiento, muchas pacientes reportan fatiga severa incluso años después. Por su parte, las alteraciones cognitivas, más frecuentes en quienes recibieron quimioterapia, suelen ser leves a moderadas y transitorias, con recuperación observada en meses o años. Sin embargo, algunas sobrevivientes enfrentan dificultades cognitivas persistentes.
Las intervenciones para abordar la fatiga y las alteraciones cognitivas han demostrado ser efectivas, en su mayoría, al reducir la inflamación o interrumpir circuitos proinflamatorios. Aunque el manejo cognitivo muestra resultados prometedores, se necesitan más estudios para optimizar estas estrategias.
Hoy en el blog voy a escribir sobre la prevalencia, el impacto, la fisiopatología y los factores de riesgo de la fatiga y las alteraciones cognitivas en el cáncer de mama temprano, destacando las intervenciones disponibles y sus beneficios potenciales.
Fatiga Relacionada con el Cáncer a Largo Plazo: Prevalencia, Evolución e Impacto
Evaluación y Prevalencia
La fatiga relacionada con el cáncer es uno de los efectos a largo plazo más comunes entre las sobrevivientes de cáncer. Se define como una sensación persistente y angustiante de cansancio físico, emocional y/o cognitivo, asociada al cáncer y/o a su tratamiento. Esta fatiga no es proporcional a la actividad reciente y suele interferir con las actividades diarias. A diferencia de la fatiga común, la relacionada con el cáncer puede ser más intensa, persistente e incapacitante. Varios estudios han demostrado que la fatiga experimentada por pacientes y sobrevivientes de cáncer es mayor en comparación con personas sin antecedentes de la enfermedad.
Debido a que la fatiga es una experiencia subjetiva, el autoinforme es el estándar para evaluarla. Una forma práctica de medirla es pedir a los pacientes que la califiquen en una escala del 0 al 10, clasificándola como leve (1–3), moderada (4–6) o severa (7–10). Además, existen cuestionarios validados que permiten evaluar diversos aspectos de la fatiga, como su gravedad, duración, interferencia y diferentes dimensiones. Algunos de estos cuestionarios te los dejo por aquí:
Instrumentos Validados para Evaluar la Fatiga
- Breast Cancer Survivor Symptom Survey (subescala de fatiga)
- Brief Fatigue Inventory
- EORTC Quality-of-Life Questionnaire (C30) (subescala de fatiga)
- EORTC QLQ-FA12 (módulo para medir la fatiga relacionada con el cáncer)
- Fatigue Symptom Inventory
- Memorial Symptoms Assessment Scale Short Form
- Piper Fatigue Scale-revised
- Somatic and Psychological Health Report (subescala de fatiga)
Sí quiero que sepas que la gran variabilidad entre los instrumentos para evaluar la fatiga se considera una limitación importante en la literatura actual.
Prevalencia y Evolución
Durante el tratamiento activo, la mayoría de las pacientes experimenta fatiga, y entre el 30% y el 60% la catalogan como moderada o severa, dependiendo de la población estudiada, los tratamientos y el método de evaluación utilizado. Aunque la fatiga suele mejorar después de finalizar el tratamiento primario (cirugía, radioterapia y/o quimioterapia), alrededor del 30% de las pacientes sigue experimentando fatiga severa un año después del tratamiento, y el 20% aún la reporta como severa a los 10 años.
Un estudio reciente del 📎Mind-Body Study📎 identificó cinco trayectorias de fatiga en 191 pacientes con cáncer de mama durante los seis años posteriores al tratamiento:
1. Alta fatiga (11%): Fatiga persistentemente elevada.
2. Recuperación (28%): Fatiga inicialmente alta que disminuye con el tiempo.
3. Fatiga tardía (17%): Fatiga inicialmente baja que aumenta gradualmente.
4. Baja fatiga (34%): Fatiga inicialmente baja que disminuye progresivamente.
5. Muy baja fatiga (10%): Fatiga constantemente baja y estable.
Te pongo este análisis para que te sirva a la hora de identificar subtipos de fatiga y veas la variabilidad en la experiencia de la fatiga entre las pacientes, lo que subraya la importancia de enfoques personalizados en su manejo.
Factores de Riesgo y Mecanismos de la Fatiga Relacionada con el Cáncer a Largo Plazo
Factores de riesgo
Antes de nada quiero que sepas que la fatiga relacionada con el cáncer es un síntoma complejo y que abarca múltiples dimensiones. Varios estudios han investigado y propuesto una variedad de factores de riesgo y mecanismos de aparición de la fatiga relacionada con el cáncer a largo plazo.
En este contexto, la fatiga previa al tratamiento ha sido identificada como el predictor más consistente de la fatiga posterior al tratamiento. Además, factores relacionados con el tumor y el tratamiento también influyen en el riesgo de fatiga relacionada con el cáncer. Las pacientes con un estadio más avanzado de cáncer tienen un mayor riesgo de fatiga, así como aquellas tratadas con modalidades combinadas que incluyen cirugía y radioterapia, con o sin hormonoterapia. En cambio, las pacientes tratadas solo con estrategias locales, como cirugía con o sin radioterapia, tienen un menor riesgo de fatiga severa.
Mecanismos
Se han propuesto varios mecanismos que podrían estar relacionados con la fatiga relacionada con el cáncer. Entre ellos se incluyen, entre otros, la inflamación, la disfunción del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA), la disfunción de la 5-hidroxitriptófano (5-HT), alteraciones en el sistema nervioso autónomo, cambios en el metabolismo de ATP y los músculos, alteraciones en los subgrupos de leucocitos, reactivación de virus herpes latentes, anemia y la regulación a la baja de genes con elementos de respuesta para el receptor de glucocorticoides.
La mayoría de estudios sobre los mecanismos de la fatiga presentan la misma limitación: no son longitudinales. Es decir, dificulta la interpretación sobre si todos estos cambios biológicos son causados únicamente por el cáncer y su tratamiento, o si también podrían estar presentes antes del diagnóstico de cáncer.
El modelo biológico y mecanicista más explorado para la fatiga relacionada con el cáncer involucra la inflamación y la activación neurológica asociada.
Varios estudios han documentado un aumento en los marcadores de inflamación después del tratamiento del cáncer de mama, incluyendo la elevación de IL-1β, TNF-α, IL-6, el receptor soluble de TNF tipo II (sTNF-RII), el antagonista del receptor de IL-1 (IL-1RA), el receptor soluble de IL-6 (sIL-6R) y la proteína C-reactiva (PCR), con la hipótesis de que las citoquinas periféricas inflamatorias pueden promover señales al sistema nervioso central que generan síntomas de fatiga.
Esto es consistente con estudios realizados en individuos sanos, donde los niveles subclínicos de marcadores inflamatorios se asocian con el desarrollo de fatiga. Estos datos se intersectan con la evidencia que resalta la relación entre la fatiga y las alteraciones del eje HPA y del sistema nervioso autónomo.
De hecho, ambos sistemas tienen importantes efectos antiinflamatorios, ya que interfieren con la producción de citoquinas o, en el caso del eje HPA, a través de la producción de glucocorticoides o la disminución de la sensibilidad del receptor de glucocorticoides. Otro proceso biológico que podría influir en la fatiga incluye alteraciones en el sistema inmunológico, que también pueden estar vinculadas con un aumento de la inflamación.
Si eres profesional del ejercicio físico o de la salud, seguramente ya estás empezando a conectar los puntos y reconocer que el ejercicio, como potente reductor de la inflamación crónica, desempeña un papel fundamental en la mejora de la salud de estos pacientes.
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